jueves, 31 de enero de 2008

¿ Y Qué con Nuestra Voluntad ?

Una vez que la Palabra de Dios nos ha sido expuesta con claridad, y que hemos aprendido que Su Palabra es eficazmente viva, y capaz de discernir los pensamientos y las intenciones del corazón de los hombres, con el propósito de ordenarlos para diferenciar lo que es de carácter humano (alma), de lo espiritual; y teniendo en claro que hacer Su Voluntad es la mejor y más digna opción para nuestras vidas; una de las dificultades practicas que se nos presentará en el andar cristiano, será que, en algún punto, tropezaremos con nuestra propia voluntad humana, en nuestro deseo de hacer nuestra la Voluntad de Dios. Cuantas veces nos hemos hallado en la situación de tener la intención de hacer aquello que la Palabra nos dice que deberíamos hacer como hijos de Dios, o querer cambiar actitudes de nuestra conducta, contrarias a las de Él; y nos encontramos que deseando hacerlo, existe internamente en nosotros una voluntad contraria que nos impedirá concretarlo; o que no nos permitirá mantenernos firmes en el tiempo, para llevar a cabo los asuntos de Dios. Esta falla en la voluntad humana, producirá en nosotros tristeza y desazón por haberle fallado a nuestro Padre Celestial en el intento, considerándonos indignos delante de Él.

¿Cuál es la razón y origen de nuestra voluntad dual y contradictoria? ¿Qué dirá Dios al respecto ? ¿Cómo hicieron aquellos hombres de la Biblia para lidiar contra ella y sujetar su voluntad a la de Dios? ¿Qué podremos hacer entonces ante esta deficiencia? ¿Podrá Dios ayudarnos a resolverlo, o dependerá tan solo del ejercicio y desarrollo de nuestra propia fuerza de voluntad?

Comencemos en primer lugar por averiguar cual seria el origen y la razón de dicho problema para ver luego por donde pasaría la solución que Dios plantea para resolverlo.
Podemos percibir que habrá en nosotros un deseo ferviente por vivir una vida según Dios, pero nuestra naturaleza humana se opondrá para que no lleguemos a concretarla, la razón de ello es que nuestros deseos y voluntad se vieron corrompidos, convirtiéndose naturalmente en confusos y contradictorios. El origen de este criterio ambiguo es el producto de una naturaleza caída, pues después del pecado original de Adán, todo hombre estaría sujeto al pecado, afectando con este a la voluntad y a los deseos de los hombres, entre otras cosas, y aun la capacidad de decisión y del libre albedrío, quedó sujeto a una voluntad débil y humanamente vacilante. Luego de la caída de Adán y a consecuencia de la perdida de la vida espiritual en el hombre, este se vio afectado por el pecado, pero como sí esto hubiera sido poco, no fue tan solo el hombre el afectado por la caída, sino que también la tierra lo fue por ella, volviéndose maldita, por lo tanto los valores y criterios terrenales fueron trastornados, pues a partir de ese momento lo terrenal estaría sujeto a lo espiritualmente impío.

Romanos 7:14
Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.

Romanos 7:15
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.

Romanos 7:16
Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.

Romanos 7:17
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.

Romanos 7:18
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

Romanos 7:19
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

Romanos 7:20
Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.

Romanos 7:21
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.

Romanos 7:22
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;

Romanos 7:23
pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.


Para muchos se nos hace difícil aceptar y reconocer que el gran Apóstol Pablo padecía de este mismo problema como nosotros, pero Dios le dijo que lo expusiera para que pudiéramos aprender de su ejemplo, que a pesar de ello, con la ayuda y gracia del Padre llegó a ser el hombre de Dios que fue.
El no reconocer o ignorar que todo cristiano, sin excepción, lleva de arrastre esta dificultad en la carne, a causa del pecado, aun siendo renacido del espíritu de Dios, ha inducido a pensar que, aquellos que lograron alcanzar un andar digno delante de Dios, fueron escogidos por Él por su férrea “fuerza de voluntad” para combatir los apetitos de su carne. Este tipo de pensamiento ha llevado a la inactividad a algunos, relegando el Santo llamamiento de Dios; y a otros, les ha provocado un fuerte celo por las obras para combatir la carne, pensando que con humana disciplina voluntaria producirán fruto espiritual.

La creencia natural es argumentada por los hombres, por sus experiencias de hechos de apariencia concretos, o por razonamientos lógicos, basados en un criterio meramente humano, y han pretendido, a lo largo de los siglos, sojuzgar y controlar la voluntada de los individuos, y aun la propia, a través de disciplinas, leyes y mandamientos y de ser necesario procurándolo por la fuerza, a través de penas y castigos. Las ideas y doctrinas basadas en lo que algunos han denominado como “fuerza de voluntad” han promovido la obra por encima de la fe dentro del mundo cristiano.

Colosenses 2:20
Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos

Colosenses 2:21
tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques

Colosenses 2:22
(en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?

Colosenses 2:23
Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

Colosenses 3:1
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

Colosenses 3:2
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.


La Santa Palabra nos da un indicio para saber por donde empezar a orientar nuestra voluntad, comenzando a poner las expectativas y los afectos en las cosas de arriba y no en las de la tierra, pues nada de lo que hiciéramos, fuera de ello, nos darán resultado alguno ante los apetitos de la carne; pues poner los afectos y expectativas en las cosas de la tierra, no nos ayudara al desarrollo de una voluntad agradable a Dios, pues los valores y criterios que en ella se promueven, estarán en franca oposición a la Voluntad de Él.

El reconocimiento de que padecemos de una voluntad deficiente, nos permitirá solicitar la intervención y la ayuda de Dios, para que Él pueda producir el cambio en nuestras vidas. Cuando aceptamos y creemos en la redención de nuestros pecados, que Dios nos ha dado por medio del creer en Jesucristo como Señor y Salvador, entonces Dios por medio del milagro del nuevo nacimiento, nos proveerá de una asistencia superior que nos fortalecerá en el animo y la voluntad, pues con ello puede salvar la dificultad de nuestra naturaleza caída, para que produzcamos fruto espiritual. Esta realidad del nuevo nacimiento (las cosas de arriba), es una realidad espiritual que Dios efectiviza en las vidas de todos aquellos que han aceptado a Cristo como Señor y Salvador. Pero esta nueva realidad interior, no cambiará espontáneamente nuestros viejos pensamientos y criterios, pues para que ello suceda Dios esperará nuestra respuesta propicia a Su invitación amorosa, a la de una transformación a una mente renovada. Esto no será el producto de nuestros propios esfuerzos por querer cambiar, denominado “fuerza de voluntad”, sino que esta transformación dará comienzo en el momento en que dediquemos u ofrezcamos como sacrificio vivo a Dios nuestro corazón, para que Él comience a moldearlo, iniciando así el cambio practico cristiano genuino en nuestras vidas.

Romanos 12:1
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Renovar la mente es mucho más que pensar y memorizar versículos de la Palabra de Dios, es más bien meditarla, es contemplarla, pero siempre que se lo haga, deberemos involucrarlo a Él. La manera en que hacemos participar a Dios de ello, es a través de la oración. Esta oración puede tener la particularidad de pedirle al Padre por entendimiento, sabiduría, eficacia en el servicio, y “fundamentalmente que nos ayude en nuestra voluntad”. Es maravilloso y liberador el saber que Dios esta dispuesto a darnos una nueva voluntad y deseo que se sujeten a la de Él, para que podamos hacer aquello que a Él le agrada.

Hebreos 13:20
Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,

Hebreos 13:21
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El trabajo transformador que Dios producirá en nosotros por medio de su maravillosa Palabra y del Señor Jesucristo, es aquello que nos hará aptos en toda buena obra haciendo su voluntad. Cada vez que nosotros estemos dispuestos, por nuestro libre albedrío, a solicitar la ayuda de Dios para cambiar y hacer Su Voluntad, el nos proveerá de nuevas fuerzas, energizándonos por medio del espíritu santo en nosotros, para que podamos manifestar la luz de Cristo.

Filipenses 2:12
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,

Filipenses 2:13
porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

En estos dos versículos de Filipenses podemos ver que hay una responsabilidad compartida y armónica para que este cambio se realice. Aquí nos muestra cual es la responsabilidad del creyente y cual la de Dios. En las palabras del Apóstol Pablo : ...ocupaos en vuestra salvación... pone de manifiesto que es responsabilidad del hombre el ocuparse en esa salvación. Quisiera aclarar que, una cosa es ocuparse “de la” salvación, y otra es ocuparse “en la” salvación. Hacer obras para ganar nuestra propia justicia sería pretender ocuparnos “de” nuestra salvación. Pero el creer, desear y orar para manifestar en nuestras vidas, una vida abundante de naturaleza espiritual, como declaró haberla hecha disponible Jesucristo con su venida (Juan 10 :10), es ocuparse “en la” salvación de la cual Dios amorosamente nos ha provisto.
Otra cosa para tener en cuenta es que en la Biblia, nunca la palabra salvación, hace referencia a nuestro obrar o bondad para ser salvos, pues la salvación del pecado tan solo se puede obtener por medio de la aceptación del único, que por su obra, nos ha liberado del pecado, el Señor Jesucristo. ¿De que manera nos deberemos ocupar “en” ella entonces?. La Santa respuesta nos dice que nos ocupemos “en” nuestra salvación “con temor y temblor”. Estas palabras, “temor y temblor”, hacen referencia a una expresión oriental que significan: “con respeto y reverencia”. El ocuparnos en nuestra salvación con respeto y reverencia, nos indicaría nuestra responsabilidad de poner nuestros pensamientos más preciosos, nuestros afectos y expectativas, en “las cosas de arriba”, contemplativamente en el reconocimiento y agradecimiento, nacido de un entendimiento espiritual sobre la grandeza y magnitud del amor y el obrar de Dios y del Señor Jesucristo para nuestra redención.

Juan 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 3:17
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Veamos ahora la responsabilidad que tendría Dios en el desarrollo de esta “nueva voluntad”. Al ocuparnos en nuestra salvación con respeto y reverencia, le permitiremos a Dios el campo propicio y necesario, nuestro corazón, para producir en nosotros tanto “el querer” (desarrollando un nuevo deseo por las cosas de Dios) “como el hacer” (el ayudarnos a llevar a cabo Su Voluntad) pues : “Dios es el que en nosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Dios producirá un deseo y voluntad en armonía con la Suya, haciendo en nosotros todo aquello que a Él le agrada, por medio de Jesucristo .

Que liberador y sanador es el conocer y entender estas cosas y saber que la falta de voluntad que muchas veces manifestamos por las cosas de Dios, por nuestra debilidad humana, es sanada y fortalecida tan solo por nuestro simple deseo y oración, movidos por nuestro amor al Padre, acciones posibles que nos ayudaran a ocuparnos a contemplar para entender la grandeza del amor de Dios en nuestras vidas. Esto producirá fe, una fe no basada en lo que se ve (desde una voluntad caída) sino en todo lo que ha sido hecho en y por nosotros a través de Cristo. Así es como le permitimos a Dios, a través del espíritu santo en nosotros, ir quemando el lastre de nuestra vieja naturaleza caída, para que Él pueda formar dentro nuestro, un nuevo deseo y una nueva voluntad, conforme a “un nuevo hombre”, creado según Cristo Jesús para que andemos en nuevas y buenas obras, preparadas por Dios con anterioridad a nuestro cambio, que anteriormente no teníamos, ni podíamos realizar con nuestra voluntad basada en nuestra vieja naturaleza .

En ocasiones, cuando he tenido la oportunidad de declarar esta maravillosa verdad de la Palabra de Dios, he visto en algunos cristianos, estupor, aprensión y prejuicio ante este tipo de enseñanzas, pues el tema de las obras y la fe no estaría del todo claras para este grupo, así como también la claridad entre las responsabilidades de Dios y del creyente, en el andar practico cristiano. Las ideas basadas en lo que algunos han denominado como “fuerza de voluntad” han promovido la obra en detrimento de la fe. La pregunta que nos debemos plantear como cristianos a la hora de escuchar una enseñanza es: ¿Con que criterio estamos dispuestos a ponderar los asuntos de Dios a la hora de exponernos a las Escrituras?
La palabra de Dios declara que en aquellos que aman a Dios, Él mismo les proveerá de un nuevo criterio, un criterio espiritual, para poder entender el propósito del mensaje de Su Amor, en su deseo de poder relacionarse con los hombres en una relación amorosa, como la de un padre con sus hijos.

1 Corintios 2:9
Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

1 Corintios 2:10
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

La clave para activar este criterio espiritual esta directamente relacionado con la intensidad y profundidad con que decíamos amar a nuestro Padre Celestial, al poner nuestros afectos y expectativas al cobijo de Su Amor, dedicándole nuestros corazones a Él. El criterio humano o natural, carece de la habilidad para poder, con claridad, percibir y explicar la realidad espiritual que al hombre aqueja, la cual se encuentra claramente expuesta en La Biblia (1 Corintios 2:14); y nuestra naturaleza caída, solo podrá ser salvada por aquella “Obra” que está por encima de todas las obras, “La Fe” en Jesucristo, que nos abrirá las puertas de una maravillosa relación con Dios como nuestro Padre, quien estará siempre dispuesto ayudarnos en todas nuestras debilidades.

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“La primera, la más noble, la más sublime de todas las obras es la fe en Jesucristo. De esta obra deben proceder todas las obras: todas ellas son súbditas de la fe, y de ella sola reciben su eficacia”.
Martín Lutero (Siglo XVI)

viernes, 25 de enero de 2008

Hacia un Entendimiento Renovado y Transformador

Es parte de la naturaleza del hombre el buscar adaptarse al mundo en que vive, tomando para sí las formas de las diferentes tendencias, modas o estilos de vida a lo largo de los tiempos, “siguiendo la corriente de este mundo” (Efesios 2:2). Las diversas culturas y costumbres han formado la gama de criterios y valores de los seres humanos, y el mundo en que vivimos es un fiel reflejo de ello. El mundo de hoy día, en su esencia, no es muy diferente al de los tiempos bíblicos ya que presentan los mismos conflictos y problemas existenciales que entonces, pues las causas que se opusieron a La Verdad de Dios son las mismas que en estas épocas, las diferencias son tan solo aparentes pues han cambiado en su forma de presentación, y utilizando los mismos métodos de distracción, pero con apariencia diferente, que igualmente efectivos, intentan producir los mismos resultados.
Los métodos que el mundo siempre ha promocionando para alejar a las personas de Dios, fueron y siguen siendo : las presiones y los placeres. Con ellos ha intentado y en muchos casos con éxito, lograr quebrantar la voluntad de los hombres.Una de las razónes de: ¿por que esto sucede?, es porque el pensamiento y corazón del hombre tienen la particular característica de ser maleables, y sensibles a las diferentes circunstancias y experiencias de la vida y ante estas, el hombre ignorante de los asuntos de Dios, y ante la necesidad de adquirir una forma, buscará adaptarse o conformarse como lo haría un liquido dentro de un recipiente, tomando la forma de este, sea cual fuere ella. El mundo o sistema de vida como un recipiente, nos propondrá un esquema determinado para que tomemos su forma, para que basemos nuestra vida bajo sus conceptos, valores y normas, para formar en nosotros un criterio totalmente vano, errático y sin sentido. Pensamientos de ansiedad o frustración (por no realizar aquellas expectativas que el mundo propone), o de insatisfacción personal o falta de sentido en la vida (por haberlas logrado y no hallar en ellas contentamiento) serán el fruto de poner nuestra mira o nuestros objetivos en las cosas de esta tierra.
El mundo sutílmente procurará ir formando los sentimientos y los afectos en las personas con la intención de lograr que estos se vuelvan sensibles al mundo pero insensibles a las cosas de Dios a tal punto que ellas le sean veladas.
2Corintios 4:3
Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto;
2Cocorintios 4:4
en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Pero a pesar de ello Dios siempre estará dispuesto a darse a conocer a todo hombre sin importar su condición o estado, dando muestra de su amor y misericordia, para ello Él envió su Palabra, para sanar y librar de la ruina al hombre. Afectuosamente Dios se relaciona con los hombres, comenzando Él a tomar la iniciativa, unilateralmente, procurando y esperando pacientemente su correspondencia, estimulando el interés y voluntad del receptor de Su afecto. El trabajo de Dios es ir estimulando los afectos en el hombre por medio de la manifestación de su amor y a través de su Palabra; para ayudar a inclinar sus voluntades a la de Él.
Isaías 65:1
Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no mebuscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí.
Dios, “siembra” el afecto de Su Amor, en todo individuo, sin hacer acepción de personas, e invita a todo hombre y mujer a participar de su bendita salvación, y a conocer la maravillosa verdad de su Voluntad por medio del conocimiento de Cristo; con la expectativa puesta en una respuesta favorable a Su amor.
Esta realidad, la de tomar la forma del mundo, no es ajena a los cristianos, pues el nuevo nacimiento, el ser salvos, no cambia espontáneamente la mente del hombre, a pesar que espiritualmente haya recibido potencialmente la habilidad de transformarse en un hombre nuevo para manifestar la mente de Cristo.
1Corintios 2:16
Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
La Palabra de Dios es eficazmente viva para producir en nuestros corazones la tarea transformadora para reflejar la luz de Cristo, pues Dios a puesto ese tesoro (espíritu santo) dentro de esta vasija de barro que es nuestra condición de debilidad humana y carnal ( 2Corintios 4:7).
La manera en que nos presentemos ante Dios, será determinante para que Él pueda comenzar esta tarea transformadora en nosotros, de tal manera que nuestra nueva condición, manifestando al nuevo hombre, no tenga semejanza alguna con la anterior.
Romanos 12:1
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
La instrucción simple de la Palabra de Dios es la de no tomar la forma de este mundo (representado en la palabra siglo), sino buscar ser trasformados por medio de un entendimiento renovado. De la palabra griega para transformaos se deriva nuestra palabra castellana Metamorfosis , que es utilizada para denominar la transformación de la oruga en una mariposa.
De tal magnitud será esta transformación por medio de la renovación del entendimiento por la eficacia y vitalidad de la Palabra de Dios que producirá que de vasijas de barro pasemos a ser como un espejo para reflejar la luz de Cristo.
2Corintios 3:17
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
2Corintios 3:18
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Desde los Sentimientos y los Afectos

Gran numero de cristianos basados en sus propios sentimientos y emociones, o movidos por deseos de realización personal, buscan conciente o inconscientemente justificar sus acciones, expresando que con ellas llevan a cabo la Voluntad de Dios; adjudicando así la responsabilidad a Dios de cosas que talvez Él no ha dicho hacer. Otros en cambio, y en algunos casos sin tener conciencia plena de ello, son movidos por la obtención del reconocimiento o la aceptación publica, en su búsqueda de afecto meramente humano, se engañan a sí mismos, creyendo que lo que hacen es el fruto del amor de Dios en sus vidas. Basta con hacer un poco de memoria en la historia de la humanidad para reconocer las cosas absurdas hechas por los hombres en el nombre de Dios.
El uso correcto de La Palabra de Dios y la acción del espíritu santo en nosotros, nos permitirán separar para ordenar aquellos pensamientos que son nuestros de aquellos que provienen de Dios. Mejor será entonces que usemos bien la herramienta aguda de Su Palabra que nos permitirá reconocer el verdadero motor de nuestras acciones y conductas, y en que cosas estamos depositando nuestros afectos y expectativas. El conocimiento de Su Palabra y la operación de la manifestación del espíritu santo dentro de nosotros nos ayudará en dicha tarea.Filipenses 3:15 declara que si sintiéramos alguna otra cosas que difiriera con Su Voluntad, Él nos lo haría saber, trabajando en nuestros corazones hasta el punto de exponerlo claramente, reduciendo así al conflicto a una cuestión de “simple honestidad”.
La intención que deberiamos desorrollar sería la de hallar aquella información básica dentro de las Escrituras para comprender el punto de vista de Dios sobre la vida tanto de los afectos, de las pasiones y sentimientos, como la del pensamiento reflexivo y de los razonamientos lógicos que tan activamente participan formando el animo y carácter de todo hombre, para saber que hacer con ellos a la hora de vivir una vida agradable a Dios.
Haciendo un análisis del pensamiento cristiano podemos observar en general dos corrientes doctrinalmente opuestas y diferentes en referencia a cual sería el papel que jugarían los sentimientos, los afectos y las pasiones en las vidas de los cristianos.Están aquellos que dedicándose al estudio intensivo y exhaustivo de las Escrituras, dan preeminencia a la razón sobre los afectos y emociones, proclamando la necesidad de negarse a si mismo, desechando todo tipo de pasiones, sentimientos, afectos y emociones, en beneficio de adquirir “cierto grado de espiritualidad”, como parte de un plan para hacer morir lo terrenal y la carnalidad en sus vidas, exaltando así la razón y el pensamiento reflexivo por encima de las pasiones y sentimientos.
Mientras otro grupo cree y proclama una vida espiritualmente verdadera basada en expresiones tanto verbales como corporales, que efusivamente exageradas y cargadas de sentimentalismo, promueven más bien la exaltación de las emociones por encima de la enseñanza correcta de la sana doctrina de las Sagradas Escrituras. Dichas sensaciones y emociones son consideradas por este grupo de cristianos como “maneras o formas” de la manifestación de la presencia del espíritu de Dios en sus vidas.
Estas dos posturas doctrinalmente religiosas, han producido desconcierto, duda y confusión en la vida practica de algunos cristianos, que con sentido común, desechan estas formas extremas de doctrinas y con deseo de agradar a Dios, no saben como conjugar la vida de los sentimientos, la de las pasiones y el mundo de los afectos, con la vida intelectual de la razón y del pensamiento reflexivo, tan necesarios para el entendimiento y comprensión de la Voluntad de Dios, y cual seria el lugar que deberían ocupar cada una de ellas en sus vidas sin afectar su relación con Dios y con los hombres.
Las pasiones humanas no serían ningún impedimento para nuestro desarrolo como cristianos si comprendemos que la clave se encuentra en reconocer nuestra incapacidad de producir fruto espiritual sin la amorosa y maravillosa intervención de Dios en nuestras vidas. Y la manera en que evidenciamos dicho reconocimiento es cuando acudimos en oración a nuestro Padre Celestial invitandolo a participar en nuestro andar cristiano.
Santiago 5:17
Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientementepara que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.
Santiago 5:18
Y otra vez oró y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto

El Amor y los Afectos

... Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Mateo 22:37

Desde un punto de vista simple y usando un recurso pocas veces explotado, el sentido común, podemos definir tanto al amor, como al afecto, como dos expresiones del sentimiento humano. Podemos observar que de todas las formas o maneras en que puede ponerse de manifiesto los afectos ( por ejemplo: desde un abrazo, un beso, una palabra de aliento, una ayuda oportuna etc.), podríamos expresarla en una sola y única palabra que resumiría en su totalidad las diferentes expresiones de los afectos y esa palabra es la palabra AMOR . Podríamos decir entonces que el AMOR seria el motor o el motivador de los afectos.
Entre las variadas maneras en que los hombres solemos relacionarnos con otros individuos, podríamos decir, que la más intensa, la más fuerte y beneficiosa relación se produce cuando esta está basada desde los afectos y mucho más lo serán, cuando ese afecto es movido por el amor de Dios, pues, el más refinado y puro de los afectos, de la más intensa manifestación del amor humano, no tendrá absoluta relación y comparación en forma, magnitud y provecho, con la menor de las expresiones de un afecto producto de la comprensión del amor de Dios en la vida de un hombre.
Podemos observar también, que en general las personas somos sensibles a los afectos tanto para recibirlo “de otros” como para proporcionarlo “a otros”.En principio, cuando se da afecto, se lo hace de manera unilateral o sea de un sujeto a otro, procurando estimular su correspondencia; pero no siempre es correspondido pues depende del interés y voluntad del que lo recibe.Por otro lado aquel que recibe el afecto, podría ser movido a responder de manera apropiada inclinando sus propios afectos hacia aquél que le ha dado del suyo entablándose así una relación afectuosa que se va realimentando entre ambos.
De la misma manera se relaciona afectuosamente Dios con los hombres, comenzando Él a tomar la iniciativa, unilateralmente, procurando y esperando pacientemente su correspondencia, estimulando el interés y voluntad del receptor de Su afecto. El trabajo de Dios es ir estimulando los afectos en el hombre por medio de la manifestación de su amor y a través de su Palabra; para ayudar a inclinar sus voluntades a la de Él.Considerando un aspecto de la característica de Dios, 1Juan dice que: “Dios es amor” por lo cual podríamos decir que, su Voluntad es una voluntad basadas en los afectos de Su Amor y no en una voluntad caprichosa, demandante y posesiva, Su Voluntad esta relacionada con Su Deseo y Su Querer (querer por amor); y Su Voluntad es buena, es agradable y es perfecta (Romanos 12:2 b)
1Timoteo 2:3
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
1Timoteo 2:4
el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
Dios, “siembra” el afecto de Su Amor, en todo individuo, sin hacer acepción de personas, e invita a todo hombre y mujer a participar de su bendita salvación, y a conocer la maravillosa verdad de su Voluntad por medio del conocimiento de Cristo; con la expectativa puesta en una respuesta favorable a Su amor.
Nuestra tarea entonces será, el conocer Su Voluntad, para ir correspondiendo a dicho estimulo poniendo nuestros afectos y expectativas en aquellas cosas que Dios tan amorosamente ha hecho por nosotros en Cristo Jesús, para volvernos de esta manera más sensibles en el reconocimiento del amor que Dios tiene por nosotros y menos sensibles a la cultura cruel de este mundo pasajero.
1Juan 2:15
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
1Juan 2:16
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
1Juan 2:17
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Para poder entenderlo veamos algunos conceptos que Dios da para que identifiquemos cuales son las características de poner los afectos en las cosas de esta tierra. Por ejemplo: amadores de si mismos (2Timoteo 3:2), de los deleites (2Timoteo 3:4), amor al dinero(1Timoteo 3:10), conformarse a este mundo (Romanos 12:2) etc.
El afecto humano está directamente relacionado con las emociones y los sentimientos del hombre producto de los pensamientos más íntimos del ser, siendo el lugar donde moran esta dirección de pensamiento, en lo que la Biblia ha dado en llamar como EL CORAZON DEL HOMBRE de donde emana o procede la vida .

Un Lugar para los Afectos

Dios define al corazón de la mente como la fuente de la vida, del alma o animo de los hombres (Proverbios 4:23). De este corazón es de donde proceden aquellos pensamiento que determinan las acciones, y de él emana nuestro carácter e individualidad (Proverbios 23 :7).
Para el pensamiento hebreo el corazón era considerado como el lugar de la comprensión, del razonamiento, de la reflexión, de las opciones y de la vida afectiva del hombre, y también como la sede del pensamiento y de la actividad intelectual.Y podemos inferir entonces, que el lugar donde moran los afectos y sentimientos más profundos e íntimos del ser humano se encontrarían en el corazón de la mente del hombre.Dios compara al corazón con un “tesoro” (Mateo 12:35) queriendo significar con ello el grado de importancia, valor y relevancia que tiene para la manifestación de la vida del hombre, tanto sea de alma, como espiritual; por lo tanto la necesidad de su resguardo y cuidado son fundamentales.

La Biblia declara que tan solo existen dos lugares posibles en donde podemos orientar y depositar nuestros afectos y devoción en la vida, y de acuerdo para donde se incline más nuestro corazón, ello determinará el tipo de fruto o resultado que obtendremos.

Colosenses 3:1
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

Colosenses 3:2
Poned la mira (froneo) en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

Dios nos comunica la coexistencia de dos realidades que diferentes, debido a su naturaleza, son fundamentales y determinantes para la vida de todo hombre. Estas son las “realidades terrenales” capaz de ser percibidas y palpadas por cualquier individuo, y las “realidades espirituales” que generalmente permanecen ocultas o poco claras al entendimiento humano fuera de la instrucción que da la Palabra de Dios. En Colosenses 3 :1-2 son denominadas como: “Las cosas de la tierra” y “Las cosas de arriba”.
La palabra “mira” es una palabra griega (froneo) que enfatiza una particular característica de la mente: “La facultad especifica de la mente y del pensamiento del hombre, en relación a la parte emotiva y de los sentimientos de la persona”. Figurativamente froneo se refiere al lugar de los pensamientos donde se ponen y habitan los afectos y sentimientos del ser. La raíz de esta palabra significa la envoltura del Corazón, y figurativamente también suele usarse para referirse al: corazón, alma o animo del hombre.
Esta palabra froneo, es traducida en la Biblia en diferentes versiones como: mira, pensar, poner, sentir,. Algunos han definido simplemente a esta palabra como “mente” o “pensamiento”, y si bien es una de sus acepciones, es una definición muy general, que prestaría a confusión con la vida de pensamiento racional de los hombres; y que no dejaría en claro que, particularmente, se refiere a aquella facultad de la mente en referencia a los afectos y los sentimientos como elemento de cuidado dentro del corazón de la mente.Este mal entendido ha hecho pensar a algunos grupos cristianos que, la renovación del entendimiento, a la cual Dios se estaría refiriendo en la Biblia ( Romanos 12:2), “tan solo” tendría que ver con la capacidad racional, de comprensión y de menoría, como forma de excluir a los sentimientos, emociones, afectos y pasiones del hombre. Tal doctrina ha producido muchos errores prácticos dentro del cristianismo, predicando que tales sentimientos, afectos, y emociones, pertenecerían a la debilidad de la carne la cual debe ser eliminada.
En Colosenses Dios no nos dice de ninguna manera, que neguemos nuestros sentimientos, pasiones y afectos, sino que procuremos poner nuestros pensamientos relacionados con los afectos y sentimientos en “las cosas de arriba” y “no en las de la tierra”.Hemos sido educados por “la corriente de este mundo”(afectado por las consecuencias de la desobediencia de Adán) a enfocar nuestras pasiones y afectos y expectativas en cosas terrenales, formado así la gama de criterios y valores de los seres humanos, distorsionándolos del verdadero propósito para lo cual Dios los había diseñado desde el origen. Originalmente Dios le proveyó a Adán de vida de alma, con sentimientos, emociones, afectos; con cinco sentidos y capacidad de razón, como elementos necesarios de percepción, para poder interactuar con el habitad que Dios había provisto para el hombre, lo mismo como para interactuar con los otros seres vivientes. Pero junto a la vida de alma, también Dios le proveyó a Adán, de una vida de naturaleza particular, de carácter espiritual, que lo hacia participar y relacionarse con su Creador a imagen y semejanza de Él (quien era Espíritu y Santo) y proveyéndole de un nuevo criterio de origen espiritual en donde lo terrenal se encontraba sujeto a lo espiritualmente santo. Luego de la caída de Adán y a consecuencia de la perdida de esta vida espiritual en el hombre, se vio afectado también dicho criterio espiritual. A partir de allí la humanidad toda quedó sumida a la única posibilidad de criterio, a uno de naturaleza meramente terrenal, pero como sí esto hubiera sido poco, la tierra fue también afectada, volviéndose maldita, y junto con ella, fueron trastornados los valores y criterios terrenales pues a partir de ese momento lo terrenal estaría sujeto a lo espiritualmente impío.
Por ello el pretender separar la razón de los afectos y sentimientos en la vida practica de los hombres, es tan letal como procurar separar el alma del cuerpo. ¿Cómo entonces pensar que Dios propondría semejante cosa?. Tan solo Dios nos propondrá cambiar nuestra perspectiva y naturaleza de nuestros criterios y valores, de lo terrenal a lo espiritual.
Por lo tanto, el racionalismo y el sentimentalismo cristiano, propondrán mandamientos y formulas, viciadas de criterios meramente humanos y terrenales, que tan solo producirán alejarnos del verdadero valor practico del cristianismo (basado en el amor de Dios), para remplazarlo por “religión”.
Dios, en las palabras “Poned la mira (los afectos) en las cosas de arriba”, nos alienta a que pongamos los afectos más íntimos, los pensamientos que envuelven al corazón, en las cosas de arriba basándonos en un nuevo criterio de origen en Dios. Pero, ¿A que se refiere la Palabra de Dios con la expresión “las cosas de arriba”?. Para entender dicha expresión será necesario que veamos el siguiente pasaje de los Evangelios:
Juan 3:1
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Juan 3:2
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Juan 3:3
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere “de nuevo”, no puede ver el reino de Dios.
La palabras “de nuevo” es la misma palabra para “de arriba” en Colosenses 3:1-2 . Cuando Jesús se refirió a nacer de nuevo se refería al nacimiento que proviene “de arriba” a renacer del espíritu de Dios, con características semejantes a las de Adán antes de la caída.
Podemos concluir entonces de Colosenses 3:1-2 que poner los afectos y expectativas en “las cosas de arriba” estaría haciendo referencia a anhelar aquellas realidades que pertenecen al nuevo nacimiento, que hemos recibido cuando aceptamos a Cristo como nuestro Señor para vida nueva. Mientras que las palabras “de la tierra” hace referencia a cuando los afectos y expectativas son puestos en las cosas de este mundo, que tendrán como resultado entre otras cosas, aflicción de la carne, pues la tierra se encuentra maldita.
Gran numero de cristianos alejados del conocimiento de las realidades del nuevo nacimiento, y no conociendo otro lugar en donde poner sus expectativas y afectos que en las cosas de la tierra, padecen aflicción en la carne y afectados por el mundo viven: frustrados, decepcionados, desesperanzados, cargados de emociones y sentimientos desencontrados con: miedos, angustias, depresión, pánico, con malos deseos, envidia, odio etc. y con conductas tales como: ira, enojos, pasiones desordenadas y violentas, que promoverán a formar una carga aun más pesada en la conciencia llamada “conciencia de pecado”
Pensemos un instante en lo siguiente, La creencia genuina: ¿Es tan solo el resultado de la aceptación de razones o motivos conveniente o intelectualmente elaborados, o por el resultado del reconocimiento y entendimiento de una relación afectiva con nuestro Padre Celestial que nos producirá estar confiados en Él?.
No habrá una creencia genuina a menos que decidamos inclinar nuestros afectos, nuestra confianza, nuestra expectativas en todo aquello que Dios ha hecho amorosamente por nosotros y en nosotros en Cristo Jesús, pues creyendo en ello nunca seremos avergonzados.
Romanos 10:11
Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
El otro día leí un articulo que definía el mecanismo de la creencia en el hombre, que me gustaría analizarlo a la luz de lo que hemos visto hasta aquí"Creencia es la sensación de certidumbre de algo que surge de una idea. Podemos tener ideas sin creer en ellas, hasta que disponemos de suficientes referencias. Cuando “sentimos” que una idea es cierta, se convierte en creencia".
Una sensación de certidumbre provocará en nuestro corazón la exposición de aquellas verdades anunciadas por las “Buenas Nuevas” del Evangelio de Cristo, que invitará inclinar nuestros afectos y pensamientos más íntimos a aceptarlas para luego responder apropiadamente a la extensión del afecto amoroso de Dios en nuestras vidas.
Podríamos memorizar versículos y pasajes enteros de la Biblia y hasta citarlos literalmente pero, sin certidumbre no habrá creencia. Nuestro grado de certidumbre sobre el amor que El Padre tiene por nosotros determinará nuestra creencia, generando confianza, una confianza que nos hará confesar con la boca, aquellas cosas atesoradas previamente en el corazón; tales como: ...Sí Dios es con nosotros, ¿quien contra nosotros?... , o ...El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre...
Dios nos invitará y ayudará a desarrollar en nosotros aquellos sentimientos de afecto y de amor como los “hubo también en Cristo Jesús”.
Filipenses 2:5
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
La palabra “sentir” aquí es la misma palabra usada para “poner la mira” (froneo) de Colosenses 3:2. Este sentir o sentimiento que tuvo Jesucristo fue el resultado de una relación afectuosa con Su Padre Celestial que movió su animo a llevar a cabo y cumplir la Voluntad de Dios en un servicio amoroso en beneficio a otros.
Dios sabe que tanto la razón como las emociones son partes de nuestra vida de alma , y Él, por medio de su afecto espiritual, por la manifestación de su gran amor, tratará de encausar los nuestros, conmoviendo nuestras almas utilizando la herramienta espiritual fundamental, “la espada de doble filo”, La maravillosa, eficaz y viviente Palabra de Dios.
Hebreos 4:12
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

¡Eficazmente Viva!

Dios nos ha provisto de una herramienta viva y eficazmente aguda, “Su Palabra”, que nos proveerá de la habilidad suficiente para ayudarnos a tener claridad en las decisiones y acciones de nuestra vida y con ella podremos saber cuando algún pensamiento o idea es inspirado de Dios o es el resultado de una evaluación meramente humana.Uno de los dilemas que se nos presenta en el vivir cristiano, es no tener suficiente claridad sobre cuales pensamientos o sentimientos provienen de Dios o de nosotros mismos.
¿Cómo saber que lo que sentimos o pensamos es inspirado por nuestro Padre Celestial?, ¿O es simplemente el producto de nuestro deseo o de nuestro propio juicio?”


Hebreos 4:12
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Este versículo declara que la “Palabra de Dios” tiene la particularidad de ser “Viva y Eficaz”, y la compara en su acción y efectividad con una espada de doble filo, capaz de penetrar y dividir aquello que es del alma del hombre de lo que es de origen espiritual.
¿Dónde radicaría la efectividad y vivacidad de Su Palabra? Y ¿Porque Dios ha utilizado la forma de las palabras para ello?.
Para poder entenderlo, detengámonos un instante en el significado del vocablo “Palabra” y hagamos uso de nuestro sentido común; y pensemos: “Las palabras son usadas por nosotros como medio de comunicación o forma de expresión; con ellas podemos transmitir nuestras ideas y sentimientos, como parte de hacer conocer nuestra voluntad y deseo, a la hora de relacionarnos con otros individuos”. Dichas palabras pueden ser expresadas de dos formas diferentes, a saber: Una de manera “Oral” y otra de manera “Escrita”.
Cuando las palabras son expresadas en “su forma oral, podrían ser percibidas por los oídos, y si lo deseásemos, podrían también trascender, al ser procesadas por nuestro “sentido de atención”, para luego ponderarlas y calificarlas a través de “la facultad de la razón”, y así poder percibir el sentido o significado de dichas palabras.
Cuando las palabras ya “han sido habladas”, estas pueden perdurar o trascender por medio de la forma escrita o simplemente a través de “la memoria”.
“Las palabras”, ocupan un lugar importante en la vida de los hombres, pues siendo sensibles a ellas, estas provocan o disparan, los pensamientos, sentimientos, el animo, la voluntad, la creencia y las acciones, y estas son determinantes y fundamentales para la formación del “corazón de la mente”. Existe una relación directa entre las palabras que se expresan y lo que predomina en el corazón del hombre.
Mateo 12:34
¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Lo que hablamos, lo que declaramos que creemos, nuestras acciones y formas de vivir la vida serán el producto de lo que abunde previamente en el corazón.Dios, conociendo esta sensibilidad humana, condescendiendo, ha utilizado las mismas palabras de los hombres con el fin de comunicase con su creación, expresándole y trasmitiéndole, “El mensaje Consolador de su Amor”. Por medio de Su Palabra, ya sea en su forma escrita u oral, nos muestra su deseo de relacionarse afectuosamente con los hombres, comenzando Él a tomar la iniciativa, unilateralmente, procurando y esperando pacientemente su correspondencia, estimulando el interés y voluntad del receptor de Su afecto, expresado en palabras. El trabajo de Dios es ir estimulando los afectos en el hombre por medio de la manifestación de su amor dándolo a conocer a través de su Palabra; para ayudar a inclinar sus voluntades a la de Él.
La Palabra de Dios no es como las palabras de los hombres, Él cuando dice algo, tiene la habilidad de producir y cumplir aquello que ha dicho. En tiempos de Génesis, Dios “dijo” que sea la luz, y produjo como resultado que la luz se manifestara; cuando “dijo” que hubiera expansión, la expansión se produjo, cuando “dijo” a las aguas que se junten, se juntaron; cuando “dijo” que la tierra produjera fruto y seres vivientes, esta los produjo; y cuando “dijo” “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, creó luego al hombre tal como lo había dicho.Las Palabras que salen “de la boca de Dios”, tienen potestad sobre las cosas hechas, para que estas le estén sujetas a su Buena Voluntad y Deseo y con ellas producir fruto en la vida de aquellos que se “atreven” a creerlas.Deberemos por lo tanto, como cristianos, tomar en serio a “pr“Su Palabra”, "prestándole la debida atención” poniendo el oído a cuando “Dios abre su boca”, y aguardar en silencio para luego ponderarlas y calificarlas por medio de la facultad de la razón de “una mente renovada y transformada”, y así poder percibir el verdadero sentido o significado espiritual de dichas palabras para creerlas y luego beneficiarnos de su Fruto.
Dios conoce la importancia que tienen para los hombres el uso de las palabras pues estas provocan y disparan, los pensamientos, sentimientos, el animo, la voluntad, la creencia y las acciones. Él sabe la efectividad y vivacidad que tiene Su Palabra en la formación del “corazón de la mente” del hombre para que pueda relacionarse con Él.“Cuando la Palabra de Dios es creída”, producirá como resultado aquello para lo cual fue enviada
Isaías 55:10
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
Isaías 55:11
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
¿Y para que la envió?
Salmos107:20
Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.
Por lo tanto como una espada de dos filos así es Su Palabra, dispuesta a esclarecer lo que proviene o inspira Dios y lo que no.
Hagamos un análisis de algunas palabras de Hebreos 4:12 que nos ayudaran a comprender la verdad central de lo que Dios quiere comunicar.
La palabra “alma” (psuque) es usada aquí para significar la vida del hombre, en donde en un sentido figurado enfatiza aquel aspecto del alma como la sede de los sentimientos, de los afectos y de las emociones y pensamiento. Se refiere a la vida como el asiento del elemento sensible en el hombre, aquello mediante lo cual percibe, considera, siente y desea.
La palabra “espíritu” (pneuma) se encuentra en contraste con la palabra “alma” del mismo versículo; comúnmente son considerada alma y espíritu como palabras sinónimas, pero queda claro aquí que para Dios el sentido que tienen ambas son diferentes entre sí pues dice que Su Palabra es capaz de partir o dividirlas con el fin de diferenciarlas para clarificar el origen o proveniencia de las cosas, pues una cosa son las del alma y otras las del espíritu ( 1Tesalonicenses 5:23 ... espíritu, alma y cuerpo )
La Palabra de Dios tiene la capacidad de “discernir” entre los “pensamientos” y las “intenciones del corazón” del hombre.
“Discernir” es la capacidad de juzgar algo criteriosamente, y lo que podemos inferir de Hebreos 4:12 es que Dios nos ha provisto por medio de su Palabra de un “nuevo criterio” una norma “espiritual” para conocer la verdad sobre los asuntos de la vida.
La palabra “pensamientos” (enthumesis) son aquellos pensamientos reflexivos, las consideraciones como producto de la observación o de la imaginación, siempre hace referencia a aquellos pensamientos que mueven el animo del hombre.
Las palabras “intenciones del corazón” se refiere a las conmociones del corazón (aquello que lo mueve), son aquellas “intenciones” del pensamiento con un propósito determinado, producto de la reflexión estimuladas por emociones tales como el afecto, miedo, amor, enojo, etc. provocadas por diferentes situaciones y experiencias de la vida, que mueven al animo del pensamiento y de las acciones de un individuo (animosidad), estas intenciones pueden ser buenas o malas dependiendo de lo que se halla “atesorado” previamente en el corazón.
Lucas 6:45
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Dios nos dice entonces, que Su Palabra ( tanto la escrita, como la enseñada a través del espíritu santo dentro de cada miembro del Cuerpo de Cristo ), es eficazmente viva para producir eficientemente un equilibrio entre las dos naturalezas, la espiritual y la carnal y nos ayudará a clarificar aquellas decisiones y acciones de nuestra vida para saber cuando algún pensamiento o idea es inspirado de Dios o es el resultado de una evaluación meramente humana.
La clave para apreciar esta realidad esta en el uso de la palabra “partir”, esta palabra tiene el significado de dividir o separar algo con la intención de distribuir para ordenar o con el sentido de colocar algo convenientemente para un destino apropiado.Como una “espada de dos filos” La Palabra de Dios, penetra en las vidas de aquellos que la reciben con creencia, con el objetivo de clarificar, ordenar y hacer encajar las realidades espirituales en el alma de un hijo de Dios renacido con la intención de equilibrar todo su ser : “el cuerpo”, “el alma” y “el espíritu” para así poder comenzar a vivir una vida nueva en Cristo. En la medida que permitamos a la Palabra de Dios morar en nuestros corazones, esta comenzará a separar para ordenar lo que es del hombre de lo que es de Dios.
Esta Palabra calará tan hondo en nosotros a punto tal que cada fibra de nuestro ser será sanada y ordenada por el Padre Celestial formando a Cristo en nuestros corazones y así irradiar su luz.
La Palabra de Dios tiene la capacidad de ahondar en el alma y corazón del hombre de manera extraordinaria. Ella puede llegar a donde ningún hombre ha podido llegar jamás con filosofías, sicología, o con libros de autoayuda, para sanar y librar al hombre de la miserabilidad humana.
Generalmente las personas cambian el rumbo de sus vidas, toman decisiones o reaccionan, guiados por sentimientos y emociones como el resultado de sus pasiones. Ninguna problema habría con esto sí el origen de dichos sentimiento o emociones esta sustentado por algo verdaderamente bueno y digno.
No habría entonces ningún problema con las pasiones, con los sentimientos y emociones en la vida de un cristiano sí le permite a Dios Su colaboración en la formación de Cristo en el corazón, con la herramienta eficaz de Su Palabra y el don del espíritu santo, para que las eduque, oriente, y promueva con el fin de transformarlo por medio de la renovación del entendimiento.En el orden practico las palabras de “La Buena Noticia” contenida en La Palabra de Dios es aprovechada verdaderamente cuando es acompañada de creencia por aquellos que la reciben, produciendo como resultado un entendimiento renovado y transformador.
Hebreos 4:2
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada( Lit. “mezclada”) de fe en los que la oyeron.
No vasta con tan solo oír la palabra de “La Buena Nueva” como simples espectadores, sino es “mezclada” junto con la creencia dentro de los corazones de quienes la reciben para comenzar a percibir la eficacia de la misma.
Una sensación de certidumbre provocará en nuestro corazón la exposición de aquellas verdades anunciadas por las “Buenas Nuevas” del Evangelio de Cristo, que invitará inclinar nuestros afectos y pensamientos mas íntimos a aceptarlas para luego responder apropiadamente a la extensión del afecto amoroso de Dios en nuestras vidas.Podríamos memorizar versículos y pasajes enteros de la Biblia y hasta citarlos literalmente pero, sin certidumbre no habrá creencia. Nuestro grado de certidumbre sobre el amor que El Padre tiene por nosotros determinará nuestra creencia, generando confianza, una confianza que nos hará confesar con la boca, aquellas cosas atesoradas previamente en el corazón.La Palabra es eficazmente viva para clarificarnos si lo que nos motiva proviene del alma o por la acción interior del espíritu de Dios en nosotros.
Filipenses 3:15
Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.